Un análisis reciente de la Agencia Internacional de Energía indica que, pese a un incremento leve en 2023, las emisiones de metano provenientes del sector energético están en camino de disminuir pronto, gracias a políticas y regulaciones implementadas.
Las emisiones globales de metano provenientes del sector energético se mantuvieron cerca de niveles récord en 2023, pero análisis recientes de la Agencia Internacional de Energía (IEA) sugieren que las políticas y regulaciones anunciadas en los últimos meses, así como los nuevos compromisos surgidos de la cumbre climática COP28 en Dubái, tienen el potencial de llevarlas a la baja próximamente.
Según la última actualización de su Rastreador Global de Metano, la IEA encontró que la producción y uso de combustibles fósiles resultaron en cerca de 120 millones de toneladas de emisiones de metano en 2023, un ligero aumento en comparación con 2022. Otros 10 millones de toneladas de emisiones de metano provinieron de bioenergía, principalmente del uso tradicional de biomasa para actividades como la cocción.
El informe señala que los 10 países con mayores emisiones fueron responsables de alrededor de 80 millones de toneladas de emisiones de metano provenientes de combustibles fósiles en 2023, dos tercios del total global. Estados Unidos, el mayor productor mundial de petróleo y gas, es también el mayor emisor de operaciones petroleras y gasíferas, seguido de cerca por Rusia. China lidera en el sector del carbón.
El metano es responsable de casi un tercio del aumento de las temperaturas globales desde la Revolución Industrial, y el sector energético es la segunda fuente más grande de emisiones de metano de la actividad humana. Reducir las emisiones de metano es una de las mejores formas de limitar el calentamiento global y mejorar la calidad del aire a corto plazo.
Según el análisis de la IEA, alrededor del 40% de las emisiones de metano provenientes de operaciones de combustibles fósiles en 2023 podrían haberse evitado sin coste neto, ya que el valor del metano capturado era mayor que el costo de la medida de reducción. La reducción de las emisiones de metano de los combustibles fósiles en un 75% para 2030 requeriría unos USD 170 mil millones en gastos, menos del 5% de los ingresos generados por la industria de los combustibles fósiles en 2023.
Si todos los compromisos de metano realizados por países y empresas hasta la fecha se implementaran en su totalidad y a tiempo, sería suficiente para reducir las emisiones de metano provenientes de combustibles fósiles en un 50% para 2030, según el nuevo análisis de la IEA. Sin embargo, la mayoría de los compromisos aún no cuentan con planes de implementación respaldados.
Se espera que los esfuerzos para reducir las emisiones de metano se aceleren en 2024 y más allá, con la COP28 marcando un cambio significativo en la ambición. Casi 200 gobiernos acordaron en Dubái “reducir sustancialmente” las emisiones de metano para 2030, mientras que importantes iniciativas regulatorias fueron anunciadas por Canadá, la Unión Europea y Estados Unidos en torno a la cumbre. Nuevas empresas también se han comprometido a actuar mediante el lanzamiento de la Carta de Descarbonización de Petróleo y Gas.
Los esfuerzos para reducir las emisiones de metano están en marcha, y la comunidad internacional se encuentra ante una oportunidad crucial para frenar el cambio climático mediante la implementación efectiva de políticas y medidas que apunten a la reducción de estas emisiones, según los análisis presentados por la IEA.