La política de Javier Milei frente al cambio climático genera preocupación en el sector exportador, que teme perder competitividad en mercados que priorizan la sostenibilidad y regulan la huella de carbono. La mirada negacionista de la administración actual, que se distancia de las políticas globales, podrían afectar la posición de Argentina en los mercados internacionales.
La reciente retirada de la misión argentina de la cumbre climática COP29 en Azerbaiyán, por orden de Javier Milei, encendió alarmas en las industrias que apustan a la exportación, y que año tras año han invertido enormes sumas de dinero en adecuar sus operaciones de cara a un mercado cada vez más exhigente en materia de reducción de huella de carbono.
Fuentes de la industria señalaron a Sentido Energético que las decisiones de la administración actual, contrarias a las políticas globales de cambio climático, podrían afectar la posición comercial de las empresas argentinas que dependen de los mercados internacionales. Especialmente los exportadores de hidrocarburos temen que el alejamiento del gobierno de los compromisos ambientales complique la colocación de su producción en países con regulaciones más estrictas y un enfoque proactivo en materia de sostenibilidad.
Si bien las empresas trabajan con procesos y bajo normas medioambientales que buscan garantizar que en sus operaciones y producción reducen al mínimo la huella de carbono, una política gubernamental que niega el cambio climático afecta la reputación de la Argentina en términos de marca país sustentable.
En este contexto, la dirección de YPF bajo Horacio Marín genera una preocupación adicional. El ex Tecpetrol está totalmente enfocado en potenciar la producción de petróleo y gas, especialmente en Vaca Muerta. En la industria comentan que cuando se le habla de transición energética, Marín suele afirmar sin pelos en la lengua que “no es su métie”. Su gestión en YPF, empresa que marca el rumbo de la industria local, se orientaría exclusivamente al desarrollo del oil and gas; la agenta de transición y las iniciativas de sustentabilidad, impulsadas por su antecesores, deberán ser retomadas, en tal caso, por sus sucesores. El ex tenista, que aspira a liderar la empresa durante ocho años, estaría marcando así un cambio de rumbo que podría acentuar la brecha entre la política energética argentina y la tendencia internacional hacia la descarbonización.
Para los actores de la industria, la postura del gobierno y el nuevo enfoque de YPF podrían tener efectos directos sobre la competitividad de los hidrocarburos argentinos en los mercados globales. La Unión Europea, uno de los destinos de exportación, se ha convertido en uno de los mayores impulsores de los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) y aplica impuestos al carbono a los productos intensivos en emisiones. En este contexto, el giro de la política argentina podría limitar el acceso a financiamiento y alianzas estratégicas internacionales, orientadas cada vez más hacia la sostenibilidad.
Además, la falta de compromiso explícito de la nueva administración con la transición energética ha despertado inquietudes en sectores del mercado que ven en estas políticas una oportunidad de desarrollo a largo plazo. Con un enfoque más convencional en hidrocarburos, Argentina podría enfrentar dificultades para adaptarse a regulaciones crecientes y a las preferencias de consumidores e inversores que demandan cada vez más sostenibilidad y reducción de emisiones.
Puertas adentro del gobierno, el desplante de Argentina en Azerbaiyán no preocupa a todos por igual. El viceministro de Energía y Miniería, Daniel González, y la flamante secrectaria de energía, María Tettamanti, están efocados en anticipar la anunciada ola de calor que amenza poner en jaque al sistema energético durante el próximo verano. Y lo hacen con poco margen de maniobra: presionar a las empresas generadoras y distribuidoras para que aseguren el suministro y retrasar la adecuación de las tarifas, para no afectar en la inflación.
Lo irónico es que a quien más sorprendió la retirada de la COP 29 es a la Subsecretaría de Transición y Planeamiento Energético, en manos de Mariela Beljansky. Hasta ahora, Beljansky creía tener asegurada su continuidad en energía a pesar del cambio de mando. Una de las frases más ecuchadas en los pasillos de Paseo Colón 171 tras la asunción de Tettamanti era: “Mariela sigue”. El fin de su segundo breve paso por la administración pública sería inminente.
La ingeniera había sido funcionaria en la Secretaría de Energía, con el cargo de directora de Generación Eléctrica, bajo la gestión del camporista Federico Basualdo. Regresó en diciembre de 2023 como subsecretaría de la mano de Eduardo Rodriguez Chirillo, quien le confió el manejo de las audiencias públicas por la adecuación de las tarifas. La movida negacionista del cambio climático del Ejectuvio complica los planes de Beljansky, que incluye el desarrollo local de un mercado de créditos de carbono.
La precupación también le cabe a la Mesa Argentina de Carbono, que recientemente presentó un proyecto de ley que propone la creación de un sistema que armonice los principios de libre mercado, propiedad privada y soberanía nacional, lo que permitiría a Argentina competir con otros países de la región como Brasil, Colombia y México, que ya cuentan con marcos regulatorios para estos mercados. La ley incluye medidas específicas para fomentar la eficiencia y la transparencia del mercado, e introduce el Registro Nacional de Proyectos de Mitigación al Cambio Climático (RENAMI), que será administrado por una autoridad nacional, en colaboración con las jurisdicciones locales y la comunidad internacional, especialmente en el marco del Acuerdo de París.